CINE



La Princesa

Por María Beatriz Muñoz Ruiz

 

 

Sé que el planeta está pidiendo ayuda, y a España se le han agotado los recursos de agua, pero… ¿tenía que llover el domingo?, sí suena bastante egoísta por mi parte, pero es que para un día que puedo descansar… Bueno, como soy de las que pone al mal tiempo buena cara, aproveché para estudiar, coger en un cacharrito agua de lluvia y ver una película que tenía ganas de ver hacía un tiempo.

Se titula La princesa, una película dirigida por Lé Van Kiét, a quien no conocía y al que le doy mi enhorabuena, al igual que a los actores. ¿Os acordáis de La jungla de cristal? ¿No? Bueno, eso quiere decir que sois más jóvenes que yo, no os lo tendré en cuenta.

Pues la protagonista de esta película es como Bruce Willis en La jungla de cristal, pero con el encanto de Disney. Ahora se lleva mucho lo de la mujer empoderada, espero que nunca pase de moda, y que las niñas sepan que nosotras, al igual que los hombres, podemos ser también heroínas y luchar para salvar el reino.

Lo que más me divirtió fue el guiño que se hizo al principio de la película en la que la primera escena parece sacada del cuento de La Bella durmiente; ella colocada perfectamente en una cama real con un hermoso vestido blanco y el pelo extendido suavemente sobre la almohada, pero entonces… ¡zas! El cuento y la dama delicada y apuros desaparece para dar paso a una princesa que debe salvar el reino de un malvado que pretende casarse con ella para ocupar el trono.

Va a sonar feo, pero la imagen que más me gusta de la película es cuando ella, después de cargarse a medio ejército, se la ve despeinada, sucia, llena de sangre y con el vestido bastante roto, nada más que con eso, nos enseñan que la mujer no tiene por qué estar perfecta e impoluta, que no debemos ser delicadas si no lo deseamos, porque el canon de mujer en apuros ya no se lleva.

No es una de esas películas que queda en tu memoria como grandiosa, pero sí que es divertida, entretenida y amena para un domingo de lluvia. Así que os invito a que hagáis palomitas y os sentéis tranquilamente a verla con la idea de que os lo vais a pasar bien.


Mary Wollstoncraft, del club de fan de Barbie

Por María Beatriz Muñoz Ruiz

 

Cualquier opinión es igual de válida que la mía, pero yo voy a dar la mía con respecto a la película de Barbie, por supuesto, después de haber visto la película, no como hacen muchos que opinan simplemente de la muñeca.

He de confesaros que de pequeña amaba a Barbie, quería ser como ella, tener una melena rubia y larga, y un tipito de infarto, pero para vuestra decepción, el no tenerlo no me ha creado ningún trauma, simplemente era una muñeca bonita, una mujer con la que podía imaginar historias que derivaron en mis novelas románticas. Sí, Barbie me ayudó a desarrollar la imaginación, eso que los niños de ahora no tienen gracias a los videojuegos, pero claro, es más fácil criticar a una muñeca, que criticar a una sociedad en la que las modelos de las grandes firmas de moda parecen anoréxicas, y no me digáis que la sociedad está cambiando porque nada más que hay que echar un vistazo a los catálogos de ropa, por lo menos Barbie tenía caderas, culo y tetas.

Nada más comenzar la película, dan una ostia con toda la mano abierta a los que la critican, porque antes de aparecer Barbie, las niñas solo tenían muñecas de bebés, que, por supuesto, era lo acertado en una sociedad patriarcal en la que la mujer siempre debía desempeñar el rol de mamá.

Barbie lleva muchos años en el mercado, y sí, la sociedad actual está cambiando, a pasos de tortuga, pero algo ha cambiado, y digo algo, porque aún se le hacen a la mujer preguntas y comentarios del estilo: “Ya lleváis un tiempo casados, ¿para cuándo los hijos?”. El problema es que la gente no ve nada extraño en esa pregunta, porque es lo normal, porque creen que una mujer ha nacido para tener hijos, para ser esposa y mujer perfecta. Pero si una mujer no quiere tener hijos, para muchos es el apocalipsis, porque entonces la especie humana puede extinguirse, ahí sí somos importantes, ¿no? Pero solo servimos para seguir pariendo más mujeres que tengan hijos y hombres que puedan seguir pavoneándose.

Vale, he sido algo extremista, pero era para que os dieseis cuenta del poco valor que se le da a la mujer como tal, y lo absurdo de echar la culpa a una muñeca.

Con estos comentarios, que, aunque exagerados, no se alejan mucho de esa realidad oculta que intentan convencernos de que no existe, intento que reaccionéis y os deis cuenta de lo que aún queda por trabajar.

La película de Barbie no es una película infantil, porque los mensajes y la complejidad de su trasfondo sería complicada de entender para los niños. Es una película llena de conclusiones y mensajes que intentan demostrar que es igual de malo un mundo dominado por hombres que por mujeres, porque lo ideal sería un mundo en el que todos fuesen iguales, es decir, lo que llamamos feminismo, esa palabra por la que muchos se sienten tan amenazados y que simplemente significa igualdad.

En el mundo de Barbiland las mujeres son las que dominan, siendo los Kens simples accesorios, y en el mundo real es al contrario, no os voy a hacer spoiler, simplemente os diré que al final abogan por el camino de la igualdad.

Barbie sufre un cambio a lo largo de la película, su inseguridad es la inseguridad de muchas mujeres, esa inseguridad que se nos crea a lo largo de nuestra vida sobre la idea de que debemos ser perfectas.

Sinceramente, la película de Barbie me ha parecido una auténtica genialidad, no me extraña que esté siendo un éxito, un tratado feminista camuflado dentro de una película que parece superficial. Si Mary Wollstoncraff hubiera vivido para verla, se habría quitado el sombrero y se habría hecho miembro de su club de fan, ya que muchas escritoras, como Jane Austen, tenían que camuflar la crítica de la situación de la mujer en novelas ñoñas para que los hombres les permitieran escribir y no se sintieran amenazados.

El final de Barbie es, para mi gusto, el más acertado, la guinda final a un pastel rosa con sabor agridulce.

Enhorabuena por la película, totalmente recomendable para los que abogan por la igualdad.



Por María Beatriz Muñoz Ruiz


La vida era tranquila mientras había un solo gallo en el gallinero, pero cuando ese gallo pone a precio de oro sus revolcones, las gallinas buscan fuera de casa; eso es lo que ha sucedido con Netflix, nadie se había planteado buscar un nuevo gallo hasta que el gallo más macho del gallinero se la dio de chulillo y pensó que íbamos a serle fiel por los siglos de los siglos. ¡Pues no! Todos o la mayoría de los usuarios de esta plataforma, nos hemos cabreado y le estamos echando un pulso, no se sabe quién ganará, pero por lo pronto, gracias a la escapada de Netflix he podido disfrutar de una gran serie que estrenó la nueva plataforma Skyshowtime: Los enviados, con protagonistas de la talla de Miguel Ángel Silvestre y Luis Gerardo Hernández Méndez. Al principio pensé que iba a tratarse de la típica serie de exorcismos, pero no, la serie va mucho más allá de la fantasía de las posesiones, va más allá de lo paranormal, ya que la serie tiene una alta dosis de misterio, criminología, intriga, secretos y hechos que dejan al espectador siempre dudando de que este viendo algo que no tiene explicación o algo terrenal fácil de explicar. 

Aún no ha terminado la primera temporada, pero he de decir que es magnífica, el entorno elegido muy acertado, la interpretación excelente, y Miguel Ángel Silvestre guapísimos con la sotana.

Pero ahora llegan las comparaciones, ya que recientemente se ha estrenado en el cine El exorcista del papa, se supone que es una continuación del Exorcista; también he de aclarar que jamás he podido ver la película clásica del exorcista, cuando la veía empezar, nada más que el hecho de la regular calidad del cine de aquellos años y la excelente banda sonora, me daban pavor, bueno, en palabras entendibles; que siempre me ha acojonado esa película y no he sido capaz de verla entera.

Pues veréis, a mis cuarenta y cinco años le he echado valor y me he sentado a ver la película que aún está en cines El exorcista del papa, pero no se si contaros lo que me ha parecido sin conocer las versiones anteriores. Bueno, sinceramente me ha decepcionado, se trata de más de lo mismo, niño poseído acojona a familia e intenta matarlos y acabar con el mundo. Sinceramente esperaba algo más original, ya que la vomitera de la película de 1973 daba más asco que un pájaro muerto.

En fin, si comparo la película con la serie… me quedo con la serie, que incluso sin saber cómo termina la temporada, me ha tenido más enganchada.

A ver, ahora saldrán los puristas a defender que la película podría estar basada en hechos reales y la serie es de ficción, pero… ¿no será todo ficción? ¿realmente creéis todo lo que se os ha dicho durante años? ¿existe el cielo y el infierno? ¿el malo es tan malo y el bueno tan bueno? 

Pero esto no se trata de creer o no creer que existe realmente el infierno, se trata de la explotación que se ha hecho del tema a lo largo de los años; El diablo y Dios han sido los mejores personajes de película que el marketing ha podido contratar, y digo película porque como no estamos tratando un tema teológico,  y simplemente buscamos entretenimiento, pienso que nos deberían ofrecer más que una recuela del exorcista, después de tantos años creo que siguen sin alcanzar a la película original. Lo que cada uno crea es independiente, pero si queréis conocer mi opinión, os diré que creo en el hecho de que si alguien cree en algo, existe, porque el mundo no es blanco o negro, el mundo espiritual es inmenso, y todas las creencias son válidas si te aportan paz espiritual y esperanza.

En conclusión; me ha gustado más la serie de Los enviados, pero puede que sea porque la sonrisa pícara de Miguel Ángel Silvestre me enamora. Vean las dos y díganme que opinan.


por maría beatriz muñoz ruiz

No, yo no tengo la culpa de nada, bueno, tal vez de algunas cosas, que no soy perfecta ni lo pretendo, es más, creo que cada vez me acerco más descaradamente al lado de la imperfección, pero mi artículo no se llama así por mí, sino por una película que acabo de ver en Prime, “Culpa mía”, una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo, creo que esta película tiene todos los ingredientes perfectos para ser un gran éxito; coches, peleas, un malo, un rico y sobre todo, protagonistas atractivos envueltos en una historia de amor imposible y electrificante.

En la película hay dos protagonistas destacados claramente; Noah y Nick, pero como personajes secundarios he de destacar a una de mis actrices preferidas; Marta Hazas, desde Velvet sigo su trayectoria profesional, y la he visto crecer poco a poco y embargarse en nuevos proyectos a cuál más exitoso.

La actuación de los protagonistas es tan buena que te metes en la historia desde el primer instante, pero chicas, entre nosotras, no podía apartar la vista de Gabriel Guevara, entiendo perfectamente que Noah (Nicole Wallace), se sintiera atraída por él nada más verlo; Gabriel encarna a la perfección al tipo perfecto para cualquier chica; malote, pero bueno y protector.

¿Escenas de sexo? No, más bien consideraría que son escenas cargadas de un erotismo tan magníficamente interpretado y estructurado dentro del guion, que te pone a mil sin haber visto nada específico; ¡Bravo! ¡Eso es el erotismo!

La gente no sabe diferenciar el porno del erotismo, cuando les explico que mis novelas son eróticas, se imaginan lo que no es, pero puedo aseguraros que un buen beso explicado sensual y eróticamente, puede excitaros más que cualquier escena explícita; esto es lo que hacen Gabriel y Nicole en su interpretación, nos hacen sentir esa atracción magnética que combina excitación, juventud y peligro.

He de confesar que, a pesar de devorar libros, este no lo había leído, pero después de ver la película, en cuanto pueda compro el segundo libro de la trilogía. Por cierto, enhorabuena también a la autora española de tan excelente novela romántica, Mercedes Ron, me alegra ver que el amor siempre está de moda, porque… ¿Qué sería la vida sin amor? ¿Qué sería la vida sin sueños? Y, sobre todo, ¿Qué sería la vida sin alguien que nos hiciese soñar con el amor? Nadie daba importancia al cine o la literatura hasta que llegó la pandemia, porque gracias al cine, a la literatura, a las redes sociales y a la música, mucha gente pudo soportar esos días interminables llenos de horas y miedo, así que gracias por hacernos soñar y sonreír.